Empecé en la música oficialmente cuando tenía 11 años. Disfrutaba ir a los ensayos, aprender canciones y a tocar el instrumento. Me gustaba probar sonido, mirar la consola, soldar cables, cosas así, hasta que un día comprendí que estar en el ministerio de la música no tenía que ver con lo musical.
En la parte I y II de esta serie hablé de muchas cosas técnicas, musicales, pero la verdad es que, si estamos en el ministerio de adoración, alabanza o liturgia es por un propósito mayor a tocar un instrumento. Si se tratara de música podríamos contratar una orquesta o una banda, pero ¿por qué entonces estamos ahí? Te comparto los 5 consejos de esta semana.
- Revisa la motivación de tu corazón: Muchos fuimos parte de los ministerios de música para ganar reconocimiento, miradas de chic@s, o porque nos pusieron allí el día que faltó el otro instrumentista. ¿Qué es lo que te motiva a servir a través de esto? Debería ser obviamente tu amor por Dios y ser utilizado por él para bendecir a otros. Si aún es fama, reconocimiento o quizá dinero lo que te motiva a estar allí, cambia tu manera de pensar.
- Identifica la necesidad de tu gente: A todos los directores de alabanza les encanta dárselas de profetas, liberadores, gritadores, sanadores, etc. Yo te hago una pregunta ¿cuál es la necesidad espiritual de la gente de tu iglesia? Puedes estar repartiendo el don de lenguas todos los fines de semana y probablemente lo que ellos necesitan de parte de Dios es consolación, o quizá necesitan una palabra de ánimo y tu allí con tu oración de “Señor somos como el gusano que se arrastra por el polvo, no somos nada”. Ora, pídele a Dios que te permita identificar la necesidad de tu gente. No la supongas, búscala.
- No te fíes de las emociones, de los saltos o de los gritos: De vez en cuando iba a una iglesia en la que la música era muy buena, me hacía sentir muy bien, me animaba y salía de allí queriendo ganar al mundo para Cristo. Después de unos días ya no sentía eso y esperaba al sábado para volver a “recargar mis pilas” pero me di cuenta que lo que buscaba era un electroshock, una sacudida temporal que me mantenga despierto. Como encargados de guiar a la gente a Dios a través de la música no podemos basarnos en la emoción, luces, saltos. Son expresiones pero no son el fundamento.
- Recuerda que el fundamento es la Palabra de Dios: No hagas nada que vaya en contra de la Palabra de Dios. No digas algo que no está fundamentado en la Biblia, ni pidas a la gente hacer algo que no tiene sustento bíblico. La Biblia es nuestra munición, es nuestro tanque de oxígeno, es nuestro cargador, no envenenes eso con perspectivas personales o ideas ajenas, a eso la Biblia le llama “traer fuego extraño”.
- La música debe adorar a Dios, no al hombre: Mi querida amiga Mariqui, una teóloga ecuatoriana, me dijo en una ocasión que la música cristiana lamentablemente es más antropocéntrica que Cristocéntrica. ¿Qué quiere decir? Que está centrada en el hombre y no en Jesús. El eje de la adoración es Dios, lo que él es, lo que él hace, lo que él hizo y lo que hará. Es su poder, amor, justicia lo que exaltamos. No podemos ser nosotros y nuestras acciones (Yo haré/Yo iré/Yo amaré/Yo, yo, yo…). Está bien que hayan canciones testimoniales en las que decimos desde nuestra vida lo que es Dios, pero nosotros no somos el centro, Cristo es el centro.